El poder de tres generaciones

¡Qué tranquilidad para todos los que podemos contar con la ayuda de nuestros padres para compartir el cuidado de nuestros hijos! ¡Qué afortunados nuestros hijos de poder disfrutar del amor y la dedicación de sus abuelos! ¡Qué bendición para los abuelos poder dedicar su tiempo y sabiduría a los nietos!

Nuestros padres es posible que fueran  estrictos, duros o autoritarios pero en su vejez asistimos a un cambio en su carácter y se vuelven pacientes, tranquilos y permisivos en el trato a sus nietos, ante tu absoluta estupefacción. Hombres que nunca cambiaron pañales ahora son abuelos expertos y entregados al cuidado más íntimo y vital de sus nietos. Mujeres que estuvieron más pendientes de las prioridades de la casa y el cuidado de los hijos dejan las tareas sin hacer para jugar con sus nietos.

Adoran a sus nietos y se desviven por ellos. Les cuidan en vacaciones, les recogen del colegio y siempre están ahí para echar una mano. Les quieren y los niños lo notan, tanto es así que se pasan el día pidiendo ir a ver a los abuelos. ¡Qué haríamos sin ellos!

Aunque en esta situación suponen de gran ayuda para conciliar vuestra vida familiar y laboral pero también es cuando debemos tener una charla muy franca y explicar que las directivas de la educación serán sólo aportadas por los padres. Es necesario aclarar esta situación de entrada, para que no ocurran malas interpretaciones en el futuro que lleven a malentendidos. En su rol como abuelos deben respetar las decisiones de los padres aunque no estén de acuerdo con ellas. Y a su vez los padres, deben asimilar rápidamente la frase que oirán en innumerables ocasiones: “A ti te crié, a tu hijo lo malcriaré” Nos toca aceptar una parte, el resto de la base de la educación a nuestros hijos dependerá de nuestro esfuerzo y dedicación en los momentos que les podamos dedicar con máxima intensidad.

Abogamos porque los abuelos representan una figura clave para el desarrollo emocional de sus nietos, les permite también extender su sentimiento de familia extensa, de estirpe, de tener unas raíces que vienen del pasado. Tienden también a tener más paciencia que los padres y a menudo los niños encuentran en ellos los cómplices que siempre van a estar de su parte, de los cuales recibirán una ternura y cariño especial que recordarán toda la vida. Esta parte, sin duda alguna, no tiene precio.

Sin embargo también nos encontramos con una generación de abuelos distinta a la de hace unos años. Debes saber que la vida de los abuelos de hoy, en general difiere mucho de los de antaño. Hoy en día no todos son los que se quedan en la casa al cuidado de los nietos sino que  tienen su propia vida y generalmente llevan vidas agitadas, si las comparamos con generaciones anteriores. Esto a veces genera sensaciones de soledad o angustia en las madres primerizas que tienen la esperanza de volcar muchas de sus dudas en la sabiduría de sus progenitores. También es difícil de entender para aquellas parejas que necesitan de esta colaboración, con la que han contado desde el principio sin plantearse que pudiera ser de otro modo, y que no siempre va a resultar ser así.

Los abuelos no son perfectos, como los padres se equivocan y además, todos sabemos que hay abuelos que se desviven por sus nietos y otros despreocupados, autoritarios y no presentes en su día a día. Cualquiera de estas opciones es absolutamente válida y respetable. Aprendamos a convivir, compartir y respetar el espacio que ocupa cada uno de nosotros en el núcleo familiar. Buscar la mejor opción para una excelente  convivencia y compartir todos los momentos posibles es la mejor premisa para una sana y enriquecedora relación familiar al completo.

Desde Ohma Barcelona pensamos que los abuelos pueden ser de gran ayuda en el cuidado de los niños, sobre todo cuando a los papás les falta tiempo. Sin embargo, no hay que "abusar" de los abuelos, ni confundir papeles. Por eso, para conseguir que la situación sea la mejor para todos, será necesario una perfecta comunicación entre vosotros y que recordéis siempre que JUNTOS es mejor. 

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